El
Espíritu, que es fuerza, entra inmediatamente en acción: empuja a Jesús al
desierto. La acción física (“empujar”) es una metáfora para indicar el impulso irresistible que experimenta Jesús. El
Espíritu, vida y fuerza, es un constituyente de su ser.
Se
encuentra aquí un caso paralelo al de 1,10: al adverbio inmediatamente se
une un verbo con sema de violencia (1,10: «rasgarse»; 1,13: «empujar»). En el
primer caso, indicaba la irreprimible urgencia del amor del Padre por Jesús; en
el segundo, la irreprimible urgencia del amor de Jesús por los hombres.
El
Espíritu efectúa un desplazamiento, hasta colocar a Jesús en una situación
estable y duradera. Este desplazamiento e instalación corresponden al plan de
Dios sobre Jesús, que consistía figuradamente en recorrer el camino de un éxodo
(1,2). «El desierto» representa, pues, el escenario donde Jesús ha de recorrer
su camino hacia la tierra prometida.
Pero «desierto»
aparece en este pasaje con un nuevo sentido. Propiamente, como se ha visto en el
caso de Juan, significa extensión estéril y, en consecuencia, deshabitada. El desierto
donde se presentó Juan tenía una localización geográfica lindante con el río;
estaba despoblado y separado de la sociedad. Por el contrario, «el desierto»
donde entra Jesús no tiene localización determinada (21), no está deshabitado (22)
y ningún dato indica separación física de la sociedad (23). Sus características
son:
a) Jesús es introducido allí por la
fuerza del Espíritu (lo empujó).
b) Permanece allí un tiempo largo y
homogéneo (cuarenta días).
c) Es tentado, se encuentra rodeado
de fieras y se le presta servicio.
d) No ejerce actividad alguna (ni
ora ni ayuna) ni recibe comunicación divina (ya recibida en el Jordán).
Estos
datos llevan a las conclusiones siguientes: En primer lugar, un desierto
«poblado» deja de ser desierto en el sentido ordinario. Pero además, la calidad
de los seres que lo pueblan y su presencia simultánea alrededor de la persona
de Jesús saca a este desierto del plano histórico-geográfico para darle valor
figurado-teológico. Se explicará su sentido al comentar el versículo siguiente.
Por lo pronto, la separación de la sociedad supuesta por el desierto, se
verifica en el caso de Jesús en sentido moral: Jesús no comparte en absoluto
los falsos valores de la sociedad en que vive y no se integra en ella. La figura
del «desierto» continúa así el tema de la ruptura con la sociedad injusta.
Como se
ha dicho antes, el desierto es el lugar del éxodo, y un éxodo va a ser la obra
del Mesías (1,2). Dado que la culminación del éxodo de Jesús va a ser su muerte-resurrección, el desierto
representa la sociedad en que Jesús vive y actúa hasta que llegue ese momento. El
significado de los cuarenta días confirmará esta interpretación.
La
acción del Espíritu en Jesús lo empuja, pues, a entrar en su sociedad, pero
manteniendo una plena ruptura con sus valores. El adverbio «inmediatamente» muestra
la urgencia del impulso. Jesús está deseoso de comenzar su labor.
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21 Marcos
indica solamente el alejamiento del Jordán.
22 Aparecen
en él tres clases de seres: Satanás, las fieras y los ángeles.
23 No hay
actividad de Jesús hacia ella ni nadie acude de la sociedad al desierto.
24 Cf. Jue
3,11; 5,31; 8,28; 13,1; 2/4 Re 8,17; 12,2.
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